Notas de lectura

Fanny:
I
Tu poesía es diversa. Sabes jugar, narrar, concretar y expandir significados. He disfrutado leerte, sobre todo, encontrar tus poemas narrativos, ya que en sus distintas formas (prosa y verso libre), tienen una potencia contenida que se puede expandir en el tiempo con la lectura de otros referentes, ya sea desde Chantal Maillard y Sylvia Plath, pasando por Leopoldo María Panero, Luis García Montero, José Watanabe, hasta las propuestas contemporáneas de Fátima Vélez y María Paz Guerrero, cuyo juego con el lenguaje va más allá de lo que estamos acostumbrados a leer.

II
Mientras escribo pienso en tu rostro. Tal vez confundido al ver tantos nombres. Tal vez grácil. Tal vez serio. Solo, como cualquier otro podría hacerlo, te regalo esos nombres porque creo que la escritura, en cualquier vertiente, solo se afianza leyendo a los demás y, en ese mismo gesto, podrás encontrar todo aquello que esta carta no puede decirte, todo aquello que tu escritura me brindó y se queda en mí. Tal vez, espero, algún nombre quede en ti.

III
No, esto no es una carta romántica, aunque bien podría serlo. Tampoco un análisis exhaustivo de tu proceso creativo. Es simplemente la ilación de unas palabras que bailan como en el poema metaficcional que creaste basado en una obra de Jackson Pollock. Que se angustian como los senos crecientes de las niñas en tu poema testimonial. O, simplemente, buscan descifrar el gesto del gato que roza tus piernas y ronronea a tu alrededor, así, tal cual, las palabras.

IV
Te invito a seguir escribiendo. A poblar las horas con palabras, a leer, a ver la poesía en los otros como en el caso de tu hermana o tu abuela (sean personajes reales o no), a recordar la infancia como en el poema del limonero. A jugar con lo que ya no está para escribir del pasado y del porvenir, pues al final serás tú quien encuentre el tiempo y las palabras. Finalmente, te regalo un último nombre: Luis Camilo Dorado y su libro Lo que se desvanece.

Alejandro Sánchez